Este silencio es un pacto coordial; un tratado diplomático que nos permite seguir siendo honestos con nosotros mismos. Si hablase, pondría en mi boca palabras de causas, de lucha y de necesidad.
Me mareo con las vueltas de la cuchara en el caldo oscuro y su aroma se desespera por devolverme a casa. Estoy lejos y te tengo cerca. Sin embargo esta mesa, que alguna vez fue trinchera, hoy es una declaración de principios.
Tu mano se acerca a mi mano para corroborar mi pulso que se acelera. Así descubro un puñado de maneras de llorar sin lágrimas. Te puedo mirar y vos me podés ver. Me siento parada en un vidrio rajado que se suspende sobre el vacío. Un paso más y podría caer ¡Qué no me prometa nada!
Bebo mi amor negro de un sólo trago.
Afuera de una estación de servicio de ruta, el amanecer se suicida y nosotros, más preocupados por simular que por comprender. Pero es un hecho: ya no somos los que nunca fuimos.