Entera me desarme, e hice con mis átomos una guirnalda transparente que adornase tu presencia. Perfumé el aire con con el aroma dulce de mis espectativas adolescentes. Hice del espacio una cama, de mis manos una llama, de mi lengua, un durazno para que no te falte ni cama, ni llama, ni durazno. Y prendí la luz...
Ciegos han de haber estados tus ojos ajenos, que me atravezaron sin verme.
Se marchita esta flor, que no tiene tierra donde echar raíces. Se me pudre este amor, adentro. Se asfixia sin aire.