Así,
como se suceden los minutos,
sucede, también,
que te vas ir.
Te veo apagando la luz,
te escucho cerrando la puerta.
Mientras,
soplo hasta tus oídos palabaras de perdón.
No te olvides en casa este abrazo.
No dejas aquí tus dudas
ni tampoco un rayo de esperanza;
que tengo planes de olvidarte
y pocas espectativas.