Su corazón, afinado y preciso con el bajo que apenas susurraba el principio de la historia. Las pupilas dilatadas. El color grabándose en imágenes del pasado borroso y el presente desinteresado. Era feliz-
Se dejo llevar por acordes que entraban por sus oídos, golpeaban en su cabeza y se desparramaban como hormigas por su cuerpo. Saltó, se liberó, vengó, reflexionó y, creo, que hasta se le escapó una lágrima.
Un amor incondicional. Feliz e incapaz de explicarlo.
Se acercó a ella y le tocó el hombro, temiendo alejarla del éxtasis en el que se ahogaba. -''¿Te acordás del primer recital de esta banda al que fuiste? Yo te llevé.''-
Le costó reconocerlo pero igual le sonrió y le dió las gracias. Dándose media vuelta se tiró de cabeza al mar de música. No creo que respirara, pero la ví flotar. Él, casi con la impunidad que le generaba haber sido el primero, volvió para romper su equilibrio. -"Cuando salimos del recital me dijiste que a la banda había que regalarle un metrónomo y esconderles el Banjo. Y ahora parece gustarte. se nota que te hace feliz''
Sonrió. Definitivamente, alguna vez, había sido otra persona.