jueves, 28 de mayo de 2009
La que no soy
viernes, 22 de mayo de 2009
Cortar por lo sano
martes, 19 de mayo de 2009
lunes, 18 de mayo de 2009
Despedida
Así no nos tapa el agua,
Coplas Para Raimundo
domingo, 17 de mayo de 2009
Mar de fondo
De boca hacia arriba intento medir los daños. No me voy a mover. Tengo miedo de poder seguir cayendo. Está negro y espeso y sólo y no hay nada para ver, ni sombra a la que acostumbrarme. Pienso que estoy a salvo si me quedo quieta. Sólo queda respirar.
Intento reconstruir mi imagen. No tengo dónde mirarme y sólo puedo imaginar como han quedado desparramados mis pedazos. Junto mis ojos rojos, con mi boca algo estirada y los pongo en una cara sucia, enmarcada por el pelo de lana apelmasada. No sé si sea yo, pero así me veo desde adentro y desde afuera. Ayudaría mucho estar bonita cuando me deprimo.
Mi pequeño universo conocido está vacío. La nada y el fondo parecen la misma cosa. No es como estar en casa, sino más bien en casa de otro. Una casa que no reconozco como propia pero que he visitado muchas veces y sé como huele y donde están las manchas de humedad. Ya me había sentido sentido vacía antes... antes de caer, pero esta era la primera vez que caigo en el fondo. Anteriormente había caído en desgracia, e incluso en desuso, pero nunca en el fondo ¿Cuándo fue?
Primero flotar, después sólo quedaba la vida cuesta abajo y ya sabía como era. Puedo cerrar los ojos. El silencio es una tiza chillando contra una pizarra. Decido escuchar mi corazón, sincronizarlo con mi respiración y hacerme cargo de que soy yo y que sigo viva. Fue un golpe fuerte y sobreviví.
Es más difícil sobrevivir. Coraje.
¿Hace cuánto qué estoy acostada boca arriba, sin sombra a la que acostumbrarme, aturdida por mis latidos? Todo mi cuerpo está marcado y dolorido. Llovieron meteoritos sobre mi. Planeo hacer uso de mi derecho de llorar y llorar hasta quedarme dormida. No falta mucho para que amanezca. Recuerdo haber preguntado la hora mientras caía.
Me despierta mi deseo de ver una luz. Son más bien penumbras que me permiten ubicar un suelo rocoso, abrazado a una pared que parece eterna. Es mentira, es finita, como mi caída. Allá, donde termina la eterna mentira del muro, hay un punto naranja. ¿Será el sol?
Me paro. Duele. Me arden las manos como para trepar, pero no tengo nada mejor que hacer.