elementos seguían siendo los mismos, aunque una mano irónica los había alterado en su orden. Saber qué eran y dónde estaban puesto fue lo mas difícil.
Con los pies llenos de barro y sin estabilidad para pisar, intenté devolver a su lugar cada una de las cosas, pero una fuerza magnética se oponía al orden.
Luché, peleé, lloré y supliqué por que cada pieza volviese a su puesto. Hasta pude oler la resignación. Pero cuando el sol secó la lluvia, encontré que cada nuevo lugar era un gran nuevo lugar.
Hermana,
amigas,
si nos estiramos, ya no podemos tocarnos las manos.
Pero si cerramos los ojos, podemos sentirnos cerca, como estabamos antes de la lluvia.
sólo que el agua también me movió a mí.
LAS ACOMPAÑO A ENCONTRARNOS!
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