martes, 2 de marzo de 2010

La otra pena de la Lengua Y la Literartura


Quisiera tener un cofre que contenga
un motivo para que lo odies ahora;
un recuerdo que no nazca de esta pena;
una compañía que no te haga sentir abandona
y la llave para encerrar sus libros y sus camisas.
Es inoportuno consolarte.
Es egoísta pedirte optimismo.
Es una pura ironía lo que falte.
Como un diamante entre el carbón,
brilla de pie tu sensibilidad.
Por lo pronto,
es buen comienzo flotar
en las aguas de este río salado,
sabiendo que lo has hecho tan feliz...

2 comentarios:

Julieta Pinasco dijo...

Gracias de alma porque el corazón y el cuerpo no pueden más.

Agust dijo...

Increíblemente, Julieta, esto me duele como si de verdad lo hubise conocido Mariano.

Y en el fondo pienso que vos nos regalaste esa oportunidad: de saberlo noble, de creerlo integramente tuyo y gigante.

Gracias por Mariano.
Gracias por dejarnos ser parte de ese dolor, que sabemos, no tenemos no la más remota posibilidad de remediar, pero que conocemos y entendemos como si fuese nuestra carne la que duele así.

A mi no me preocupa perder esos textos que me esperanzaron con que no tenía la necesidad de ser la que no se conocía. Tus palabras, muchas veces, me enseñaron a vivir con el desdoblamiento de la que soy.

Y creo que nadie te va a poder ayudar tanto como vos. Porque desde que te leo. siento que tus emociones son honestas consigo mismas, y no se permiten vivir de lo que nos las alimenta.

No sé si sirva, pero de verdad siempre te admiré. Y no sólo x tus vivas emociones sino, también, por tu generosidad para compartirlas con nosotros.

A tu ordenes,
siempre.

Agusti